Por Ramón Warini
La falta de asistencia médica en los centros de detención de la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza, provocaron la muerte de varios niños el pasado diciembre, y ahora sus familias piden justicia.
En los últimos meses cientos de migrantes procedentes de Centroamérica recorrieron miles de kilómetros con la intención de llegar a los Estados Unidos y así poder darles una mejor vida a sus seres queridos. Muchos de ellos pasaron por los puertos internacionales de entrada mientras que otros cruzaban de manera no autorizada para luego entregarse a oficiales de la Patrulla Fronteriza.
En el caso de la pequeña Jakelin Caal Maquin, de 7 años, que junto a su padre Nery Gilberto Caal Cruz, de Guatemala, cruzaron la frontera por el temible desierto de Nuevo México. De acuerdo con un informe de The New York Times, la noche del 6 de diciembre, la Patrulla Fronteriza de Lordsburg, Nuevo México, detuvo a Jakelin y a su padre junto con otros casi 160 migrantes.
La pequeña nunca se separó de su padre, permanecieron juntos hasta que la niña comenzó a presentar síntomas de enfermedad. Pero al parecer, ninguno de los centros de detención de inmigración de el país más poderoso del mundo tenía suficiente asistencia médica para proveer a los inmigrantes.
Cuando los oficiales se dieron cuenta de el estado de la menor, decidieron transportarla en helicóptero desde Lordsburg, Nuevo México, hacia el Hospital de Niños Providence, en El Paso, Texas. La niña inocente luchó por su vida un par de horas en el centro médico, pero alrededor de las 12:35 a.m. del 8 de diciembre, Jakelin falleció.
Según el informe de la autopsia revelada por el médico forense de El Paso, Texas, la pequeña murió a causa de una estreptococia, una infección en la garganta causada por una bacteria que a veces ataca otros órganos como lo hizo con Jakelin en los pulmones, hígado, bazo y glándulas suprarrenales.
Como queriendo deslindarse de responsabilidades el Departamento de Seguridad Nacional (Homeland Security) concluyó que la pequeña ya tenía días sin comer y sin beber agua. Pero el director de Annunciation House (Hogar de Anunciación), Ruben Garcia, con base en El Paso, Texas, publicó un testimonio dirigido por los abogados de la familia para corregir lo que la CBP argumentó.
Aclararon que el padre de la menor siempre estuvo al pendiente de su hija para que tuviese alimentos y agua. También el abogado se molestó por la forma que la agencia aduanal obliga a firmar documentos que muchas de las veces los migrantes no entienden.
"Jakelin y su padre hablan q'eqchi' y el español es su segundo idioma", dijo Christopher Benoid, el abogado de la familia. "Ninguno de los dos habla inglés pero el CBP le dió formularios en inglés al padre para que los firmara".
Por otra parte el director ejecutivo de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) de Nuevo Mexico, Peter Simonson, presentó un testimonio denunciando las injusticias de la actual administración liderada por el presidente Donald Trump.
“Encarcelando niños y dejándolos morir en nuestros ojos, no hace América grandioso. La muerte de esta niña es el resultado inevitable de estas pólizas fronterizas que son crueles e inhumanas por parte de esta administración”, dijo Simonson". "Demandamos una entera y transparente investigación de las circunstancias que llevaron a la muerte del infante, y hacemos un llamado al gobierno para instituir reformas sistemáticas que prevengan este tipo de tragedias sin sentido para que nunca más vuelvan a ocurrir”.
Pues no obstante, esas practicas inhumanas fueron implementadas por el ex fiscal general Jeff Sessions, en abril 2018 bajo una política llamada 'Tolerancia Cero', que permite arrancar a los menores de sus padres y colocarlos en jaulas frías junto con otros menores. De hecho, el mismo Jeff Sessions citó textos de la Biblia para defender su postura antiimmigrante contra un sector de la sociedad.
Dos semanas después de que falleciera Jakelin Caal, se registró un segundo caso. El de Felipe Gómez Alonzo, de 8 años, y de origen guatemalteco quien viajaba junto con su padre Agustin Gómez. Ambos fueron aprendidos por la Patrulla Fronteriza a cinco kilómetros al oeste de El Paso, Texas. Debido a la sobre población en esas cárceles de detención, no fue hasta el 22 de diciembre, que a Felipe y a su padre los trasladaron al centro de detención de Alamogordo, en Nuevo Mexico.
Ahí se les otorgó comida y agua, pero a casi 48 horas más tarde, un agente de la CBP se dio cuenta que Felipe tenía tos y los ojos llorosos. Lo cual decidieron llevarlo al hospital Gerald Champion Regional Medical Center, donde se le diagnosticó faringitis estreptocócica, que ocurre cuando grupos amplios de niños y adolescentes comparten espacios muy reducidos, según argumenta la organización Brenner Children en su página de internet.
Al parecer el niño quedó bajo observación del hospital debido a que presentaba una temperatura de 103 grados fahrenheit. Al final del día se le prescribió antibióticos y posteriormente se le dio de alta. Esa misma noche fueron llevados al punto de revisión de la Patrulla Fronteriza de la carretera 70, localizada al sur del estado.
Más tarde Felipe empezó con náuseas y a vomitar, pero el padre del menor no quiso que lo llevaran al hospital otra vez, porque según él, su hijo estaba mejor. Pero como a las 10:00 p.m. empeoró, y debido a que no había presencia medica para atenderlo, los oficiales decidieron retornarlo al mismo hospital que fue atendido anteriormente.
Según versiones de los oficiales que transportaron al menor, el niño perdió el conocimiento durante su traslado al centro médico. Pero cuando llego su padre al hospital en plena madrugada de Navidad, y custodiado por un agente de inmigración, se le hizo saber la triste noticia de que el pequeño Felipe, había muerto.
Inmediatamente que se supo el deceso de Felipe, el director ejecutivo de la ACLU de Nuevo Mexico, se volvió a pronunciar pero también lo hizo Cynthia Pompa, la directora de defensa del Centro de Derechos Fronterizos de dicha organización.
"Estos centros de detención no son un lugar para niños. La CBP tiene una larga historia de abuso a los derechos humanos, y la muerte de otro niño bajo su custodia exige reformas inmediatas y radicales", dijo Cynthia. "Si bien la CBP ahora está proponiendo algunos cambios en la atención médica, pero los funcionarios de esa agencia no pudieron responder preguntas básicas sobre estos nuevos procedimientos".
Y así Felipe se convirtió en una víctima más de estas pólizas inhumanas creadas por la administración Trump. Pero el presidente acusa a los Demócratas de ser los responsables por sus políticas de querer tener fronteras abiertas. A la misma vez la Casa Blanca culpa a los padres de insensatos, por arriesgar a sus hijos a una travesía donde el peligro es inminente.
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