Por Ramón Warini
El papa Francisco hizo su visita histórica en Canadá durante la última semana de julio, donde empezó por disculparse con los pueblos indígenas por los múltiples abusos de parte de los misioneros en católicos que vivieron en internados educativos católicos por muchos años.
El pontífice, de 85 años, pidió perdón al inicio de su llegada por los abusos cometidos a niños indígenas desde hace muchas décadas, y según a los pequeños, los sometieron a un sistema escolar que el propio líder de la Iglesia Católica consideró “catastrófico”.
“Lo siento profundamente, lo siento por las formas en que, lamentablemente, muchos cristianos apoyaron la mentalidad colonizadora de los poderes que oprimían a los pueblos indígenas”, dijo Francisco en español.
Pero poco antes, en el aeropuerto, Francisco besó la mano de una víctima de ese maltrato injusto por los que dicen representar a Dios basándose en la Biblia y reformas que los mismos humanos han modificado a través de los siglos.
Al llegar al aeropuerto de Edmonton, provincia de Alberta, el máximo líder de la iglesia Católica fue recivido por representantes indígenas, incluyendo el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y por la primera gobernadora general indígena de Canadá, Mary Simón.
Francisco dijo que su visita a ese país era un "viaje penitencial", donde su propósito fue enfocado con el fin de dar la cara en el nombre de los misioneros que estuvieron en integraciones católicas y abusaban de estos niños indígenas canadienses.
Durante su visita, el pontífice se reunió con víctimas que estuvieron en un antiguo internado de la localidad de Maskwacis, donde el papa ofreció oraciones frente a un cementerio y nuevamente pidió perdón a los familiares que perdieron a un ser querido dentro de estos recintos religiosos durante sus cautiverios.
En su estancia papal, Jorge Mario Bergoglio, no solo se encontró con emociones, pero también con exigencias por parte de grupos indígenas, quienes no están dispuestos aceptar solo palabras, pero si castigo para los abusadores que se disfrazaban de persignados y rezados durante muchos años. Pues estos exigen también reparaciones económicas para las víctimas y la devolución de artefactos indígenas que ahora se encuentran en poder de los Museos del Vaticano. De igual forma, exigen el acceso de archivos de la Iglesia católica para poder conocer el destino de niños que nunca regresaron a casa de los internados religiosos, como le pasó a RoseAnne Archibald, jefa nacional de la Asamblea de Naciones Originarias, y a quien una de sus hermanas falleció dentro de un internado localizado en la provincia de Ontario, Canadá.
Y por ese motivo, de haber perdido a su hermana dentro de un supuesto recinto sagrado, RoseAnne se refirió hacia la iglesia católica como “una institución de integración y genocidio”, palabras mismas que le han dado la vuelta al mundo.
Pese a que muchos de los asistentes a esta visita papal estaban molestos, hubo varios que, en vez de confrontaciones, dedicaron una pronta reconciliación para ambos, las víctimas y la iglesia católica.
“En estos momentos, mucha de nuestra gente se siente escéptica y está dolida”, dijo el jefe de la Confederación de las Naciones Originarias del Tratado Seis, George Arcand Jr. “Podríamos iniciar nuestro recorrido para sanar... y cambiar la forma en que las cosas han sido para nuestra gente durante muchos, muchos años”.
Por otra parte, el gobierno de Canadá ha admitido que el abuso físico y sexual que injustamente proliferaron en las escuelas católicas y que fueron financiadas por el Estado desde sus operaciones que empezaron en el siglo XIX hasta la década de los 70, tendrán que ser mejor administradas. El mismo gobierno confirmó que aproximadamente 150 mil niños indígenas fueron separados de sus familias y luego obligados a quedarse en los internados, para de esa forma aislarlos de la influencia de sus hogares, sus lenguas y culturas nativas y así moldearlos a una supuesta sociedad católica de Canadá.
En el 2015, en Centro Nacional de la Verdad y la Reconciliación de Canadá, pidió una disculpa papal en terreno canadiense, pero en aquel entonces no se le fue posible a esa comisión, y no fue hasta el 2021 cuando se descubrió los restos de casi 200 niños en el internado Kamloops en Columbia Británica.
“Honestamente, creo que si no fuera por el descubrimiento... y toda la atención que se puso sobre los Oblatos o la Iglesia Católica también, no creo que nada de esto hubiera sucedido”, dijo Raymond Frogner, archivero jefe de esa comisión.
Recientemente, Frogner estuvo en Roma con los Misioneros Oblatos de María Inmaculada por casi una semana. En esa sede operaban 48 de las 139 escuelas residenciales que eran administradas por estos religiosos católicos. Y después del hallazgo de las tumbas, los oblatos finalmente ofrecieron lo que llamaron una "transparencia y responsabilidad” y le permitieron a Frogner a ingresar a la sede para investigar los presuntos abusadores sexuales de esa escuela ubicada en Saskatchewan, una provincia occidental canadiense.
Finalmente, para culminar la visita del vicario de Cristo, la nación inuit solicitó la ayuda del Vaticano para extraditar al reverendo Joannes Rivoire, un sacerdote oblato quien atendió a las comunidades inuits durante muchos años hasta que se fue en la década de los 90, y que según eso, regresó a Francia, y pese a los múltiples intentos de las autoridades canadienses extraditarlo, lo único que tienen es una orden de arresto contra él que se giró en 1998 por acusaciones de varios cargos de abuso sexual.
A ciencia cierta, no se sabe cuanto puede ayudar el papa Franciso para estas investigaciones, pues al pontífice se ha visto su salud muy comprometida. Actualmente, sufre de artritis en una de sus rodillas, y es por eso que lo vemos en silla de ruedas. Sin embargo, en esta histórica visita, el papa dejo la esperanza para una posible renuncia de su papado por motivos de salud, y a la cual no la considero como "una catástrofe".
"A mi edad y con esta limitación tengo que ahorrar fuerzas un poco para poder servir a la Iglesia" o "al contrario, pensar en la posibilidad de echarme a un lado", dijo el papa Francisco un poco cansado.
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